viernes, 27 de febrero de 2009

PALACIO DE ALMANXARRA (CUARTO REAL DE SANTO DOMINGO)



Situado en el histórico barrio del Realejo –antes Al-fajjarin o Alfareros-, entre la Plaza de los Campos, Cuesta de Aixa, Cuarto Real de Santo Domingo y Seco de Lucena. Los terrenos se componían de un total de cinco huertas, algunas de las cuales eran propiedad de miembros de la realeza, perteneciendo la mayor de ellas, la Yannat al-Manyara al-Kubra o Huerta Grande de la Almanjarra, a la sultana Aixa, esposa de Muley Hacen y madre de Boabdil ( ver Palacio Dar-al-Horra). Esta Almanjarra Mayor, junto con la llamada Almanjarra Menor, propiedad del Alcaida Monfarrax.

Una torre-palacio inmediata a las huertas, contemporánea al Palacio de Abencerrajes y la Casa de los Girones, podía haber sido un retiro espiritual de los monarcas musulmanes granadinos por la exclusiva religiosidad de las inscripciones del interior. Su epigrafía carente de referencias a monarcas se había tratado de explicar por la supuesta pertenencia del edificio a una ilustre familia sin parentesco con la realeza. No obstante, son tantas las incógnitas que envuelve este recinto que resulta difícil pronunciarse sobre el asunto.

Según Gómez-Moreno, la decoración de la torre es la mas antigua de la Granada nazarí, atribuida al siglo XIII, precursor de los que después se construyeron en la Alhambra, situándolo en un lugar privilegiado dentro de la arquitectura residencial hispanomusulmana. El edificio formaba parte del Arrabal de los Alfareros, núcleo urbano cercado en época de Muhammad II (1273-1302).


Hablar de la torre-palacio es tanto como referirse a una gran torre con un salon dentro del tipo denominado qubba (=cupula), lo que indicaba que era un espacio de planta cuadrada y proporción esbelta, cubierto por un techo no plano. El interior de la planta es casi cuadrado, con cerca de 7 metros de lado. Se accede a ella a través de un arco peraltado obre impostas de mocárabes. Sus albanegas exteriores son lisas, tan solo decoradas por una estrella de ocho puntas con epigrafía cúfica, mientras que las interiores están rellenas de ataurique. El arco se corona con una enorme ventana geminada abierta en el siglo XIX, un elemento que impide averiguar si tuvo primitivamente ventanitas con celosías en esa zona de muro.

Por otro lado, el uso de la edificación se asociaba más al descanso ocasional que a la residencia permanente, deducible por el reducido espacio habitable. Este pabellón estaba abierto en su día al jardín y compuesto por una estancia cuadrada con alhanías laterales, se ubicaba dentro de una torre defensiva de la muralla exterior del Arrabal de los Alfareros. La linterna de ventanas abiertas en la parte alta daba luz al interior de la sala y la elevada posición de la torre con respecto al terreno situado extramuros proporcionaba hermosas vistas sin perdida de intimidad. En la pared del lado sur existen tres balcones abiertos en el muro, siendo el central mas ancho, enmarcado por un arco ciego muy esbelto, mientras que los laterales tienen arcos peraltados. La armadura del techo, quizás la mas antigua del arte nazarí conservada, esta realizada en pío, cedro y quejigo y muestra aun buena parte de la policromía original, rodeada en su parte baja por una franja perimetral de madera tallada con arquillos lobulados y enmarcan en caracteres cúficos la jaculatoria que reza “Dios me basta”.


En los dos paramentos laterales, modificados en varias ocasiones, tienen tres vanos por pared: un gran arco central flanqueado por sendos huecos adintelados laterales, con paños de yeserías en forma de tramas de rombos (sebka) en sus zonas superiores. Estos vanos han llegado a nuestros días cegados, pero los estudios realizados, así como algún otro grabado del siglo XIX, permiten asegurar que, primitivamente, los centrales habían dado acceso a alhanías y los laterales, a una especie de armarios o alacenas, cerradas por puertas.



En la parte superior de los cuatro paramentos, similar en todos ellos, de abajo arriba: primero, una faja de inscripciones cúficas; luego, una linterna de cinco pequeñas ventanas con celosías y paños de atauriques entre ellas; después, una faja estrecha de inscripciones en letra cursiva; y finalmente, un ancho registro de estrellas de ocho puntas dentro de grandes octágonos.

Las excavaciones realizadas hace unos años en aquel lugar, sacaron a la luz una alberca octogonal de 1,45 metros de lado, cuyo centro dista poco mas de ocho metros de la fachada de la qubba. Revestidos sus paredes y suelo de baldosas de cerámica sin vidriar, esta alberca apareció dispuesta sobre una plataforma con pavimento.



El conjunto se completaba con un pórtico. Se deduce por ilustraciones de artistas extranjeros como Murphy y Girault de Prangey que tenia cinco arcos, mas ancho el central, posiblemente de yeso todos ellos, apoyados sobre dobles columnas, aunque existen contradicciones a la hora de precisar la existencia o no de una galería en la planta alta.


Según los últimos hallazgos, se confirma la existencia de un anden central y otros perimetrales que compondría un jardín dividido en dos grandes arriates, pues no se encontraron vestigios de otro posible anden octogonal del que hubiese resultado un diseño de los llamados de crucero, es decir, con cuatro arriates.

Con el avance de las excavaciones, se han encontrado restos del jardín musulmán, del sistema de regadío de los jardines del antiguo palacio de la Almanxarra, restos de una muralla y bóvedas. «Pronto los visitantes podrán ver toda la zona de servicios, letrinas, un estanque y hasta cerámicas de lujo, cuando finalicen las excavaciones», comentaba Alicia Ramírez, guía turística del complejo.

Los muros de la torre fueron construidos con la técnica de la tapia de argamasa, a excepción de la zona de la linterna, hecha solo con ladrillo. En las jambas del arco de entrada estaban decoradas con azulejos vidriados en dorado, bajo las impostas de mocárabes. Los alicatados, epigraficos los situados en las jambas del arco de entrada, bajo los azulejos dorados, y de tramas geométricas los que se localizaban en los zócalos de la sala, en las jambas del balcón central y en las semicolumnas de este. Las yeserías, aunque bastante evolucionadas, se aprecian unos precedentes almohades.

Su indudable interés artístico hizo que por R.O. de 3 de Diciembre de 1919 fuera declarado Monumento Arquitectónico Artístico, y sea considerado por la actual legislación sobre el Patrimonio Histórico Español (Ley 16/1985 de 25 de Junio) como bien de Interés Cultural (B.I.C.) lo que conlleva para este edificio el mas alto grado de protección y conservación.


Más de 2.500 personas han visitado el Cuarto Real de Santo Domingo hasta el momento. Se pueden concertar visitas guiadas que, en ocasiones culminan con la representación de un cuento, 'Deseo'. La historia de un sultán que perdió todo por avaricioso. Los encargados de hacerlo son los alumnos del módulo de Animación Turística del IMFE.


Así, en la temporada de invierno (de octubre a abril), el monumento estará abierto de viernes a domingo, de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 18.00 horas, y habrá tres turnos de visitas guiadas a las 10.00, 12.00 y 16.00 horas.


En la temporada de verano (de mayo a septiembre), el monumento estará abierto de miércoles a domingo, de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 20.00 horas, con cuatro turnos de visitas guiadas, a las 10.00, 12.00, 17.00 y 18.30 horas.


Las visitas guiadas tendrán un cupo máximo de entre 25 y 30 personas y para concertarlas no será necesario cita previa.




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