miércoles, 25 de febrero de 2009

PALACIO DE DAR AL-HORRA

Aixa, viuda del fantasmal Muhammad XI, ya que muchos no incluyen en la genealogía dinástica de los nazaríes, dejando este numero para Boabdil, era a su vez sobrina de Muhammad IX “El izquierdo”. No era bella, mas sí enérgica, animosa y casi varonil. Fue casada con el hijo del rey Saad (1454-1464), Abu-l-Hasan Ali (conocido en las crónicas cristianas como Muley, Muley Hasan y Muley Hacen). Abu-l-Hasan era el brazo fuerte de su padre, quien fue proclamado rey por los abencerrajes en Archidona. El hijo del emir era en realidad el dueño y señor de Granada dada la apatía, o bondad, o abulia de su padre Saad.

Aixa era llamada la Honesta o la Señora (Horra) y era madre de Boabdil. Pero en el harén de Abu-l-Hasan, Muley Hacen, la preferida era una romía (o cristiana), llamada poéticamente Soraya, una concubina que se identifica en las crónicas –árabes y cristianas, estas sobre todo- con Isabel de Solís, hija del alcalde de Martos. Con ella tuvo Muley Hacen dos hijos cristianizados por los Reyes Católicos con los nombres de Fernando y de Juan.

Esta situación era considerada por los Abencerrajes como un ultraje a Aixa, e intentan derrocar al monarca y a sustituirle por su hermano Muhammad ibn Saad al-Zagal, pero la conjura fracasa en 1470 gracias a la astucia del rey quien logra la obediencia y sumisión de su hermano. Como consecuencia, una terrible represión de Abu-l-Hasan diezma a la familia Abencerraje, que huye y se refugia en tierras cristianas. Según cuenta Hernando de Baeza: “El rey prendio y degollo muchos de los cavalleros… y degollados los mando poner en el suelo, uno junto a otro… Con esto puso tanto espanto en la tierra que los que quedavan de los abencerrajes, muchos de ellos se pasaron en Castilla y unos fueron a la casa del Duque de Medinasidonia y otros a la casa de Aguilar”. Esta fue, tal vez, la mas trágica de las degollinas realizadas en el bellísimo Cuarto de los Leones (Sala de los Abencerrajes, ya para siempre. El hecho tiene todas las características de la verdad y de la fidelidad históricas). El reinado de Muley Hacen, responsable de de haber provocado el inicio del declive de la dinastía nazarí, fue cruel y violento, hasta el punto de que Aixa temiera por la vida de su hijo Boabdil, Muhammad XII (1482 – 1491).

“Se lo había quitado de delante, descolgándole secretamente de parte de la noche, por una ventana de la torre de Comares con una soga hecha de los almayzales y tocas de sus mugeres; y unos caballeros llamados los Abencerrajes habian llevadole a la ciudad de Guadix, queriendo favorecerle… y contra su voluntad (la de Muley Hacen) traxeron de Guadix a Abi Abdilihi (Boabdil) y estando un dia en los Alixares, le metieron en la Alhambra y le saludaron por Rey. Y quando el viejo (Muely Hacen) vino del campo no le quisieron acoger dentro…” (Luis de Mármol, op. cit.)

El Palacio de Dar al-Horra es una de las últimas construcciones nazaríes, pues data aproximadamente de 1460 y de los pocos que ha llegado hasta nosotros de los muchos que había en este barrio. Existe un documento de compraventa de la casa, redactado a mediados del siglo XV. Este contiene datos acerca de alguna que otra vivienda levantada en el interior de las huertas regadas por la Acequia Aynadamar. Construido sobre el solar que en el siglo XI ocupo el palacio del rey zirí Badis, del cual no queda nada en la segunda mitad del siglo XV, cuando las noticias hablan en su lugar de la huerta alta de la Alcazaba Antigua. Esta había sido vendida por Muhammad IX “el izquierdo” a su sobrina Aixa Fátima quien construiría sobre el solar su palacio. Según la historiografía, Aixa ya habitaba Dar al-Horra cuando Muley Hacen tomo como favorita a Isabel de Solis, conocida como Soraya.

Fue declarado por Real Orden 6/7/1922 como Monumento Histórico Artístico, teniendo categoría de Bien de Interés Cultural (B.I.C.).

Enclavado en la Alcazaba Cadina (Albaycin), a el podemos acceder desde dos puntos: desde la Plaza de San Miguel Bajo, a traves del Callejón del Gallo, o desde Plaza Larga, Arco de los Pesas y Callejón de las Monjas. Su acceso primitivo, posiblemente una puerta con arco, de la que ha quedado impronta, y un estrecho zaguan en recodo que daría paso al lado noroeste del patio.

De medianas dimensiones, cuatrocientos metros cuadrados, el edificio se organiza, según es habitual en la Granada nazarí, formando cuatro crujías en torno a un patio rectangular con alberca central, de 10,05 x 8,12 metros, teniendo una pequeña alberca construida en su mitad meridional con fuentecilla junto al pórtico sur. Debajo del patio hay un gran aljibe. En torno al patio hay un gran alero y bajo el un friso también de madera con restos de inscripciones árabes extraídas del Corán.

En los lados menores, a través de arcos de herradura sobre capiteles nazaríes se abren sendos pórticos, tras los que se situaban las habitaciones principales de doble altura. La zona más interesante del edificio es el lado Norte que se compone de dos pisos y torreón. En la planta baja el pórtico esta formado por tres arcos de medio punto peraltados, fruto de restauraciones realizadas en 1930, se asientan sobre columnas de mármol blanco que presentan capiteles de tipo cúbico y cubierto por un esplendido alfarje decorado por pinturas –techo de madera plano- decorado con figuras geométricas. En el centro una puerta, formada por arco de herradura, da paso a una sala rectangular, seguramente la principal de la casa, con alcobas en los laterales y en el centro un mirador que se abre al exterior con una ventana geminada en su frente y otras dos a los lados, todas ellas coronadas por otras mas pequeñas, desde donde poder contemplar parte del barrio. La armadura del mirador es lo único que se conserva de época nazarí. En los extremos de esta sala se abren alhanías, y en concreto la del lado este tiene un arco rodeado por un alfiz con inscripciones. Las diversas estancias de este espacio se separan con arcos y se cubren con alfarjes. La decoración interior es, a menor escala, semejante a la de los palacios de la Alhambra, como corresponde a una propiedad de la familia real nazarí. En la planta alta sobre la sala de la crujía norte contienen unos miradores construidos en la mitad de las dos salas de esa misma ala.


En el lado sur, las columnas que sirven a este de apoyo, pese a ser también de mármol blanco, muestran unos capiteles diferentes a los del pórtico norte. La habitación principal presenta unas mayores dimensiones ya que se adecuo como capilla cuando se estableció como capilla ciando se estableció el monasterio de Santa Isabel la Real en este edificio. A los pies hay otra entrada que comunicaría con el convento.



Los lados mayores estaban ocupados por dos pisos de habitaciones secundarias. El edificio se abre al exterior mediante ventanas geminadas, ofreciendo bellas perspectivas del Albayzín.

Saliendo al patio, dos escaleras, posiblemente originales, situadas en las esquinas nordeste y suroeste conducen a la parte superior donde una galería con balaustrada de madera y tres arcos da paso a una estancia con distribución similar a la de la planta baja: sala con alcobas laterales y mirador en el centro. Existen aun restos de inscripciones coránicas que pueden leerse en el alicer liso del alero del patio. Ese tipo de alero había sido profusamente empleado en las construcciones residenciales levantadas a lo largo y ancho de la geografía que había estado bajo el dominio nazarí.

La escalera de la esquina nordeste conduce a la segunda planta del lado norte de la construcción. Los tres arcos que componen la galería ubicada encima del pórtico de la planta baja esta ricamente decorado con atauriques. En la cara interna del arco intermedio se observa como motivo central una estrella de doce puntas con inscripciones cúficas. En el rellano del último tramo existen dos arcos gallonados antiguos. La portada de acceso a la sala alta se conserva en magnifico estado, con gorroneras de madera pintada, tacas con pequeños arcos gallonados y alfices, uno de cintas entrelazadas y otro con decoración epigráfica. En el interior de la sala hay dos alhacenas rectangulares que han conservado a su alrededor una cenefa epigrafiada con caracteres cursivos. El mirador que contiene esta sala del segundo piso conserva solo las ventanas originales del lado este. Finalmente siguiendo la escalera adosada al este que se encuentra un torreón que es la parte mas restaurada del patio, pero desde donde se puede establecer comunicación visual con la Alhambra.


En el reparto de propiedades que los Reyes Católicos otorgaron a los nobles tras la conquista de Granada, el palacio de Dar al-Horra y la huerta adyacente fueron cedidos a Hernando de Zafra.




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